lunes, 27 de junio de 2011

El más pequeño detalle reaviva el dolor.

Esta tarde he terminado de leer un libro que me ha hecho recordar momentos que me gustaría volver a vivir...o, mejor dicho, vivirlos desde cero, ya que no han tenido lugar. La frase "el más pequeño detalle reaviva el dolor", no se por qué, me ha traído a la mente a mi abuelos. A mi abuela Catalina y a mi abuelo Venancio.

Mi abuela Catalina fue una madre encantadora y trabajadora (hay que serlo para cuidar, tan bien como hizo, a cinco hijos). Pero no la conocí. El cáncer se la llevó. No sabes cómo me hubiera gustado conocerte, abuela. ¿Sabes? a lo largo de mi vida he descubierto que casi todas mis manías me vienen de familia, creo que tengo muy pocas que sean mías propias. Me hubiera gustado conocer cuál de mis manías o costumbres te pertenece a ti.
A mi abuelo Venancio tuve la suerte de conocerle. Pero le conocí en una época en la que ni siquiera él era capaz de recordar su propio nombre. Todavía me acuerdo de la noche en que llamaron a mi casa y dijeron que ya no estabas entre nosotros. Me acuerdo de lo que estaba haciendo, me acuerdo de ver a mi padre llorar. Me acuerdo de todo lo que hice en esos tres días que duró el funeral. Todos hacían lo posible para que yo no estuviera triste. Toda mi familia dice lo simpático y lo gracioso que eras...no sabes cómo me duele no haberte conocido así. 

Sé que parecerá una tontería...pero os hecho de menos. Nunca le había contado esto a nadie, pero necesitaba decirlo. 

Una Azúcar y miel melancólica. 

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