sábado, 2 de julio de 2011

Fuera hace calor. Los pájaros se resguardan de los rayos del astro sol por miedo a que sus diminutos cuerpos mueran asfixiados. La gente aguarda en sus casas la caída de la estrella, esperando la noche para poder salir. Pero los más aventurados se arriesgan y salen, buscando, eso sí, un sitio donde estar fresco: una piscina, por ejemplo. Y, mientras, yo aquí, delante del ordenador escribiendo esto, esperando a que lleguen a las cinco para empezar a estudiar.
Echo de menos la calle, con calor incluido, echo de menos a mis amigos, echo de menos a mi novio, echo de menos sentir el agua fría sobre mi piel. Y todo esto se hace más difícil cuando algún entusiasta del verano te llama y te dice que salgas, que no te quedes en casa; y, tú, tienes que responder que no, que no puedes, que tienes obligaciones.
Ahora para colmo empiezan las rebajas, y la gente sale en tropel para buscar las mejores ofertas, y mientras, yo aquí, encerrada, estudiando Matemáticas Financieras. Creo que estoy empezando a cogerlas manía. (...)

Una Azúcar y miel harta de su casa, del estudio, del ventilador, de estar entre cuatro paredes...

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